Si
un legado ha dejado este periplo denominado “revolución” es la
desinstitucionalización del país. Eso lucía imposible en 1998 porque realmente
el país estaba en ruinas desde el punto de vista institucional, sin embargo,
los últimos catorce (14) años demuestran que siempre se puede estar peor. En el
contexto que actualmente vive el país urge la reinstitucionalización de la vida
política, económica y social. No hay posibilidad alguna que el país avance y
nosotros tengamos mejor calidad de vida con el funcionamiento institucional que
tenemos.
Parecería
un lugar común pero es vital que entandamos esta idea: las instituciones son
las reglas de juego y sin reglas claras no hay juego legal, es decir, muy poco
de lo que se haga puede ser creíble y eso genera inestabilidad, en nuestro
caso: política, económica y por lo tanto social. De nada sirve tener petróleo y
generar ingresos si las reglas de convivencia no están claras o expresado de
otra forma: “la única regla es que no hay
reglas”.
Desde
el punto de vista político es vital que cada bando se reconozca y se sienten a
dialogar para generar puntos de encuentro que sin duda tienen que existir, lo
contrario sería profundizar la actual situación que para nada nos conviene. En
lo económico es completa y absolutamente necesario cambiar de modelo y entender
que sin un sector privado fortalecido no hay petróleo que valga, una idea tan
simple como esta ha sido ignorada y ya ven como estamos: pareciéndonos cada vez
más a un país en guerra, los niveles de desabastecimiento y escasez lo
demuestran. Lo social es una bomba de tiempo que depende de la economía y si
tomamos en cuenta que con la situación económica medianamente estable ya había
polarización, el panorama luce más complicado.
Se
trata de hacer del país un espacio de convivencia, donde todos nos entandamos y
podamos tener calidad de vida, no se trata de tener dinero sino de vivir bien
que es muy diferente. Durante los últimos años se gestó un boom de ingresos
petroleros nunca antes visto y el país se está cayendo a pedazos, hasta los
seguidores del gobierno lo piensan, algunos lo dicen, otros lo esconden pero
saben que es así: el país es inviable tal como va, no existe posibilidad alguna
de progresar como nación con las actuales directrices, lamentablemente esa es
la realidad.
Difícilmente
se pueda avanzar en cualquier materia si no recobramos la vida institucional,
esa que permite a la economía funcionar adecuadamente y no de acuerdo a los
deseos juveniles de quien dirija la nación. Aquella que hace de la justicia y
del poder judicial un valor para lo sociedad y permite a la ciudadanía confiar
en los juzgados del país. La que hace ver a un policía como un ciudadano
ejemplar y por eso no se le tiene miedo. Esa es el espacio que estamos
obligados a recuperar.
Lamentablemente
el mundo se ríe de nosotros porque les cuesta creer nuestro presente, muchas
veces nos parece exagerado pero en el exterior tienen razón: un país donde no
hay papel sanitario es un chiste y si agregamos que es más fácil conseguir una
botella de escocés se convierte en una desgracia. Este es un país en el que es
más fácil conseguir licor que productos de primera necesidad, así estamos.
Definitivamente no somos un país serios ya ni siquiera sé si somos un país.
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