Bienvenidos a Cuchizuela.

Las relaciones políticas y económicas entre países siempre existirán, sin ellas la globalización no sería posible. Nuestro país ha tenido muy buenas relaciones a lo largo de su historia democrática con una gran cantidad de países y de las más variadas tendencias políticas, sin embargo, lo que se ha logrado con Cuba y China en los últimos años posiblemente sea algo nunca antes visto en nuestra historia.
En lo político Cuba ha logrado establecer una influencia importante para el gobierno de Venezuela, con la estrategia de la ayuda social ha ido penetrando poco a poco las más altas esferas del poder político en Venezuela, eso al día de hoy es innegable. Pregúntenle a militares venezolanos si esto es cierto o no. En este sentido es interesante reflexionar sobre la necesidad que tenemos como país que otra nación influya de manera determinante en nuestra vida política y no me refiero a que sea Cuba sino a cualquier otro país. Aquí no vale la falsa dicotomía: si es Cuba es malo y si es otro país es bueno, sencillamente, es inaceptable que otro país sea quien muchas veces decida lo que se debe hacer en determinada materia. Una cosa es la cooperación internacional de cualquier tipo y otra cosa es lo que este gobierno ha permitido que Cuba haga en nuestro país.
En materia económica se ha realizado un acercamiento con China que no deja de ser interesante pero genera muchísimas dudas porque como en todo acuerdo o contrato estamos obligados a leer lo que se denomina la “letra chiquita” para entender en su totalidad las condiciones de lo que se firma. El detalle está en que los venezolanos no conocemos bien los acuerdos y no sabemos exactamente lo que se está acordando. Si algo saben los chinos es hacer negocios y si algo tenemos claro los venezolanos es que la economía no va bien. Difícilmente los asiáticos hagan un acuerdo que no los beneficie, lamentablemente no podemos decir lo mismo del gobierno venezolano porque su condición es débil en este sentido, quien está necesitado es Venezuela, no China.
Lo que preocupa en el caso cubano es el tipo de colaboración que presta a nuestro país, es en algunos casos excesiva e injustificable. En el caso chino preocupa las condiciones de los acuerdos firmados porque no debemos olvidar que el barril del petróleo se encuentra en niveles favorables desde hace mucho tiempo, solo que a nuestro particular gobierno la cuenta no le cuadra.

Estamos en una situación en la que sentimos que dependemos cada vez menos de nuestro propio esfuerzo y capacidad para salir adelante. Los acuerdos con China podrían presentar ventajas para nuestro país, sin embargo, la mejor parte se la estarían llevando ellos. Estamos cada vez más endeudados y eso supone mayores restricciones para el mediano y largo plazo. Nuestros futuros hijos nacerán hipotecados.
El gobierno no acude al Fondo Monetario Internacional (FMI) pero va a China que no es lo mismo pero es igual, incluso podría ser peor. Todo indica que la última visita al país asiático no fue tan positiva porque si bien se firmaron acuerdos por montos importantes, dudo que hagan desembolsos en efectivo como los requeridos por el gobierno venezolano. Ellos saben cuál es nuestra condición financiera y nuestra forma de manejar las finanzas del Estado. No le extrañe que los revolucionarios acudan a otros entes para buscar financiamiento líquido.

Paradójicamente se hace alusión a la patria pero cada vez importamos más y por eso dependemos en mayor medida de otros países. El aparato industrial venezolano vive días complejos y ante tal situación la respuesta es importar más, eso de sentarse a dialogar con el empresariado es contrarrevolucionario camaradas, la dignidad nacional se defiende comprándole a los chinos y haciéndole caso a los cubanos. Dentro de poco cuando cualquier vuelo esté aterrizando en Venezuela, la tripulación dirá: “Damas y Caballeros, bienvenidos a la República Boliburguesa de Cuchizuela”.

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