Recientemente se presentó oficialmente el sistema de abastecimiento seguro de
alimentos que tiene como principal figura la “tarjeta de abastecimiento seguro” para realizar compras en la red
pública que venden alimentos: Mercal, Pdval y abastos Bicentenario. A partir
del primero de abril comienza el registro biométrico que no es más que el
levantamiento de una base de datos de afiliados a dicho programa basado en la
huella dactilar de cada usuario.
De
entrada el nombre del programa genera suspicacia porque al reforzar la idea de abastecimiento seguro da la sensación
que en este momento no lo es, es decir, el gobierno con esa frase reconoce que
hay fallas en el abastecimiento de alimentos en la red pública y su solución al
problema es racionar la venta de productos. Durante la presentación del sistema
el ministro de alimentación Félix Osorio utilizó eufemismos para tratar de
ocultar lo que es obvio.
En
principio presentarán la tarjeta de abastecimiento seguro como un programa de
fidelidad a las tiendas de la red pública. Estos programas son muy conocidos
internacionalmente y en el país se aplican en varias tiendas del sector
alimentos y farmacia. La idea es que al afiliarse al programa el beneficiario
reciba descuentos y participe en diferentes rifas que el gobierno en su momento
anunciaría. Si no desea afiliarse podrá comprar pero no recibirá los beneficios
de estar asociado a la tarjeta de abastecimiento (generalmente son descuentos
en los productos), en este caso y dado que los productos de la red pública de
alimentos están subsidiados, lo lógico es que de no tener la tarjeta la gente
compre pero no pueda participar en las rifas que promocionarán.
Hasta
aquí todo suena muy bonito (excepto el tema de los subsidios) pero como en
economía los almuerzos gratis no existen, es importante entender que podría
estar detrás de este mecanismo. El argumento del gobierno para la tarjeta de
abastecimiento seguro es el contrabando de alimentos porque la “comida se ha convertido en mercancía”. Lo
que en el gobierno saben y no reconocen públicamente es que los responsables de
esa situación son ellos mismos por el absurdo control de precios que insisten
en mantener. Ante esta situación y el desabastecimiento existente no les queda
más que racionar o que es lo mismo “abastecer
de forma segura”.
El
Ministro Osorio afirmó -palabras más, palabras menos- que no es normal que una
persona compre comida todos los días. De eso se concluye que si usted compra
pollo hoy, no podrá comprar nuevamente hasta que le corresponda. Esto quiere
decir que se debe tener una planificación exacta de lo que usted consumirá en
la semana. Todavía queda la duda si el sistema funcionará con terminales de
cédula para comprar, si es así, todo quedaría al azar porque si el día que a
usted le corresponde comprar no hay pollo y este llega tres días después, usted
tendrá que esperar al día de la semana siguiente que le toca comprar para ver
si queda pollo y puede comprarlo. Si por el contrario, no es por número de
cédula y usted puede ir a comprar cuando crea conveniente muy probablemente le
apliquen una cuota por producto y eso no tiene otro nombre que racionamiento.
El gobierno a través
de este programa reconoce (implícitamente) el problema con el abastecimiento de
alimentos y también confirma que los seguirá teniendo en el mediano plazo. Para
ellos la solución es seguir importando y regulando precios pero para eso,
ahora, están obligados a racionar porque las regulaciones son cada vez más
difíciles de sostener. Un ejemplo de esto es el aumento de varios de los
productos de la canasta de bienes regulados, eso sí, no lo dicen muy duro ni
hacen un acto para eso. La fiesta populista debe continuar pero ahora sin mucho
lujo, los mejores tiempos parecen haber pasado y ahora solo queda “vivir del apellido” que en este caso no
es más que la propaganda oficial. Todo esto genera la duda si la tarjeta está
pensada solo para el sector público, en definitiva, si ¿llegó para quedarse?
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