La semana pasada el triunvirato de la economía
venezolana, léase: Giordani, Merentes y Ramírez, anunció el Sistema
Complementario de Administración de Divisas
SICAD. Esta nueva abreviatura de la fábula económica del gobierno,
permitiría subastar divisas solo a personas jurídicas que estén inscritas en el
Registro De Usuarios Del Sistema De Administración De Divisas (RUSAD), de lo
contrario no podrán participar en la subasta. La subasta será de tipo “sobre
cerrado al segundo precio” o como se denomina en la literatura de subastas: “de
Vickrey” en honor a su creador William Vickrey, premio Nobel de economía en
1996 junto a James Mirrlees por sus “contribuciones fundamentales a la teoría económica de los incentives bajo
información asimétrica”.
Mencionar en rueda de prensa un tecnicismo generado por
un premio nobel parecería ser una estrategia inteligente para que la gente no
dude tanto del asunto, el problema es que la mayoría de la población no sabe
que es una subasta de Vickrey y por otra parte, eso no garantiza que el sistema
funcione adecuadamente. Revisen lo que ocurrió con el espectro radioeléctrico
en Nueva Zelanda cuando el gobierno lo subastó con subastas tipo Vickrey.
Hicieron el ridículo. Un ejemplo que podría utilizarse como referencia es el
Bolsin que utiliza el banco central de Bolivia para subastar divisas. Es un
mecanismo utilizado desde 1985 que cada gobierno ha ido modificando al punto
que no se puede decir que tipo de subasta es.
Lo preocupante del anuncio de la puesta en marcha del
SICAD no es tanto el mecanismo sino las dudas que dejo. La subasta de Vickrey
asigna a la puja más alta pero se paga el segundo precio más elevado, es decir,
usted puede colocar en el sobre cerrado, cuanto está dispuesto a pagar y si
resulta beneficiado por haber ofrecido más, terminará pagando un precio por
debajo de lo que usted colocó en el sobre. Aclarado esto, surgen muchísimas
preguntas sobre cómo funcionará la subasta y sobre cómo este mecanismo
presionará a la baja la cotización del innombrable.
De la rueda de prensa surgieron más dudas que respuestas.
Dijeron que para esta semana se haría la primera subasta y luego afirmaron que
quedaría para después de semana santa, creo que eso no es un buen comienzo. Por
otra parte, queda la duda sobre las asignaciones: no se sabe si se asignara a
una sola empresa o al conjunto de empresas que eventualmente podrían ofertar al
mismo precio. No se sabe si será por sectores o todas las empresas
simultáneamente. Tampoco se sabe que ocurrirá si, por ejemplo, el día de la
subasta se ofertan cincuenta (50) millones de $ y varias empresas pujan el
mismo precio, ganan la subasta pero la demanda de esas empresas es mayor a la
suma ofertada, en nuestro ejemplo, cincuenta (50) millones de $.
La realidad institucional de Venezuela lamentablemente
permite pensar que así el mecanismo sea pulcro y funcione, será poco creíble.
La percepción que dejo la rueda de prensa es que se hará discrecionalmente y si
eso es así, sencillamente no será una subasta. Utilizar un tecnicismo para
impresionar a la gente no deja de ser una irresponsable tomadura de pelo.
Tal como se presenta el Sicad, la probabilidad que el
precio de las divisas subastadas sea mayor a 6,30 Bs/$ es muy alta, eso quiere
decir que en realidad se está ejecutando una nueva devaluación. Técnicamente
sería una depreciación del tipo de cambio pero en términos reales es una “devaluación
encubierta” porque a los empresarios les saldría más caro adquirir divisas por
el SICAD que por CADIVI. La única manera que el SICAD no subaste divisas a un
precio mayor que CADIVI es que lo haga por debajo de 6,30 y aunque esa
posibilidad existe (recuerden que el ganador de la subasta pagaría el segundo
precio más alto ofrecido), la necesidad de divisas hace pensar que se terminará
pagando un precio más elevado. Esperemos a ver qué pasa, la pelota la tienen
ellos, esperemos que sepan utilizarla y no se metan un autogol.
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