¿Para qué una economía libre?


Como todos deben imaginar, nuestra economía es catalogada como reprimida. Los resultados del Índice de Libertad Económica 2013  nos ubican en el puesto 174 en un grupo de 185 países. Solo superamos a Zimbabue, Cuba y Corea del Norte. Respecto al año pasado desmejoramos dos (2) puntos, quiere decir que tenemos menos libertad económica.
La profundización del socialismo y el “modelo revolucionario” ha permitido que nuestra economía se ubique en los puestos que hoy ocupa. Lamentablemente nuestro país se encuentra en los últimos lugares de las mediciones institucionales y económicas que se hacen internacionalmente. Una pregunta que es muy importante es ¿qué beneficio trae la libertad económica?.
Todo indica que mayores niveles de libertad económica están asociados a mayores niveles de ingreso, esto no quiere decir que la libertad económica es la causante de mayores ingresos ni viceversa, es solo una relación estadística, sin embargo, ningún país que obtenga resultados económicos favorables lo hace restringiendo las libertades económicas, los países con altos ingresos per cápita son libres o mayormente libres. Es importante destacar que existen países con mayores ingresos por habitante que Venezuela y son catalogados como moderadamente libres pero nunca reprimidos. Las economías reprimidas de acuerdo al reporte son treinta y tres (33) y cuatro (4) son suramericanas: Bolivia, Ecuador, Argentina y Venezuela, de estas, la única con mayores ingresos por habitante que nuestro país es Argentina.
La libertad económica no es un objetivo, es una herramienta para lograr un fin. Difícilmente, una economía logre progresar significativamente si el estado de derecho es débil y las regulaciones son excesivas e ineficientes. No se trata de anarquía económica sino de desarrollar prácticas que al día de hoy dan buenos resultados en todo el mundo, más allá que los gobiernos sean de “izquierdas o derechas”.
La libertad económica permite atraer inversión y por lo tanto generar empleo no público. Se trata de incentivar al sector privado, ninguna economía del mundo ha logrado resultados favorables con un sector privado debilitado. Quien piense en el caso soviético, está equivocado, por algo el muro de Berlín se vino abajo. Sin un sector privado saludable ninguna economía prospera y eso se logra con libertado económica, en mayor o menor grado, pero dejando que la economía funcione.

No se trata de dejar de regular sino de evitar el exceso de regulación. La “política regulatoria” de los últimos diez (10) en nuestro país demuestra que no ha servido de nada el control de precios. El control cambiario hizo aguas y hoy se ven los resultados. En el momento de escribir estas líneas la Superintendencia Nacional de Costos y Precios (SUNDECOP) anuncia que se regulará el precio de los medicamentos, nada más y nada menos. Las regulaciones generan costos y beneficios, cuando están mal diseñadas los costos son mayores a los beneficios y así la sociedad no gana, al contrario sale desfavorecida.
Es falso que promover la actuación de los mercados y la sana actividad económica sea per se inhumano, generador de exclusión, pobreza y causante de las desgracias sociales de las naciones. La literatura reciente en el ámbito del desarrollo económico deja claro que los países fracasan en términos sociales y económicos no precisamente por el sano desenvolvimiento de los mercados, sino por problemas institucionales. Quien crea que es por culpa del mercado y sus efectos dañinos para la humanidad, tiene veinte años sin leer o intenta meter un contrabando retórico para atrapar incautos.
La libertad económica suma, nunca resta porque para poder progresar se necesitan instituciones de calidad y difícilmente esto se logre en países con un debilitado estado de derecho, gobiernos sobredimensionados, excesivas regulaciones y mercados distorsionados. Justo lo que ocurre en Venezuela. Mientras existan más regulaciones, mayores serán las distorsiones y los pobres pagarán los platos rotos. 

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