Al momento de escribir estas
líneas no sabemos que pasará en los próximos días en materia política, todo
indica que las cosas seguirán igual, sin embargo, en materia económica hay un
panorama un poco más claro de lo que está por venir y esto es:
independientemente del resultado electoral que está prácticamente cantado, este
año será muy duro para la economía. Todos los reportes indican que en términos
de crecimiento económico los resultados serán muy pobres y en materia
inflacionaria ni se diga, con toda seguridad será mayor al 30 %.
Las variantes en el tema
económico que pueda introducir un gobierno liderado por el Sr. Nicolás Maduro
son muy pocas por no decir inexistentes. Esta afirmación se basa en su insistencia
de profundizar la revolución. Si después de todo este tiempo, la economía
venezolana es la más vulnerable de la región, no hay razones para pensar que si
se profundiza el modelo estaremos mejor.
Existen argumentos de sobra
para explicar que en la actualidad el modelo que pretende seguir el Sr. Maduro
es inviable, no tiene ningún sentido y en la medida que más intente
“profundizarlo” peor le irá al país y esto es así porque el menú de opciones
para el gobierno es limitado. Cosa diferente si la oposición logra llegar al
poder. Esto no quiere decir que un gobierno de Henrique Capriles lo tendría muy
fácil, en lo absoluto, la situación seguiría siendo complicada pero las
posibilidades de salir mejor parados serían mayores porque precisamente
tendrían más opciones. Recuerden que en materia económica sigue estando en la
palestra el tema de la devaluación, el aumento salarial y el de la gasolina.
En materia política, la
situación es más confusa porque los resultados electorales muestran algo que
nadie esperaba (ni siquiera la misma oposición): una tarjeta consolidada de
oposición que sacó más votos que la tarjeta del partido de gobierno y un
porcentaje de votos que los coloca en igualdad de condiciones en términos
políticos y electorales, lo que no es cualquier cosa.
La petición de la oposición
sobre el recuento de votos es válida, legal y legitima. Existen dudas
razonables sobre el resultado electoral y el comando opositor está en todo su
derecho de exigir un recuento de los votos. Hacerlo, legitimaría a la opción
del gobierno en caso de tener los votos o dejaría en tela de juicio la
credibilidad del ente electoral en caso de no tenerlos.
Los seguidores de la
oposición deben tener muy claro que significa ganar o perder con un eventual
recuento de votos. Las probabilidades de cambiar el resultado electoral son-a
mi juicio- realmente bajas, sin embargo, esto no significa necesariamente
perder y eso es lo que la gente debe entender en su justa medida. ¿Qué pasa,
por ejemplo, si se hace el recuento y la diferencia es menor a la anunciada?,
¿es una ganancia o una perdida?
Desde hace meses he pensado
que lo menos importante de estas elecciones era el resultado, entre otras
cosas, porque la situación del país es lo suficientemente delicada como para
pensar que las cosas mejorarán inmediatamente. Lo realmente importante de estas
elecciones era hacerle frente a la barbarie, generar un muro de contención para
decir: NO SOMOS INVISIBLES, AQUÍ ESTAMOS Y TENDRAN QUE TOMARNOS EN CUENTA. La
cosa salió mejor de lo esperado y resulta que ahora hay un verdadero liderazgo
opositor que esperemos salga bien librado de la estrategia que decidió seguir.
Lo que viene no será fácil
ni en lo económico ni en lo político. Cada vez hay menos margen de maniobra
para un “gobierno revolucionario” de poder llevar la economía de manera
adecuada y en lo político, todo indica que está obligado a reconocer a la
oposición como interlocutor válido, lo contrario sería una torpeza que lo
perjudicaría más rápido de lo que cree. Entramos en la fase del entendimiento y
el reconocimiento, por el bien del país estamos obligados a hacerlo. Ninguna de
los dos partes tiene completamente la razón por ello debe existir el dialogo.
Nos entendemos o nos fuñimos, si, más todavía.