Recientemente se dieron a
conocer los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción 2012, estudio
realizado desde 1995 por la organización
Transparencia Internacional. Esta medida posiblemente sea la mejor aproximación
que se tenga para cuantificar y así poder analizar el fenómeno de la corrupción
a nivel internacional.
El
índice mide la percepción de la corrupción en 176 países que clasifica a los
países en una escala del 0 al 100 y mientras más cercano al límite superior se
encuentre el país se percibe como más limpio ó menos corrupto. Para este año,
Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda clasificaron en el primer lugar como los
países “más limpios” de la muestra con un puntaje de 90. En el último lugar se
clasificaron Afganistán, Corea del Norte y Somalia
con un puntaje de 8.
Como
lamentablemente ya es costumbre a Venezuela no le fue bien este año, se
clasificó en el puesto 165 con un puntaje de 19.Solo Irak, Turkmenistán,
Uzbekistán, Myanmar, Sudan y los tres países clasificados en la última
posición, mencionados anteriormente obtuvieron peores resultados que nuestro
país. En el contexto Americano, Venezuela clasificó de última entre 32 naciones
incluidas en el estudio. Canadá obtuvo la primera posición en la región seguida
de Barbados y EEUU.
Durante
los últimos años la percepción de la corrupción en nuestro país ha ido
empeorando, esto quiere decir que cada año se percibe mayor corrupción en el
país. Esto es una contradicción, toda vez que en el año 2003 se promulgó la ley
contra la corrupción. Los resultados muestran que después de la entrada en
vigencia de esta ley, la corrupción ha empeorado en el país.
La
corrupción no es nueva en el país, ha existido desde los inicios de la
República, es un tema cultural y económico. Nuestras raíces históricas y
legales facilitan los actos de corrupción, esto es, generan incentivos para cometerlos.
La
pregunta clave es si la corrupción en Venezuela es un problema de leyes o de
cumplimiento de las leyes. Existe una sutil diferencia y es que si tienes una
“buena ley” pero no se cumple, no estás haciendo nada. Lo otro es, si la ley es
mala, es decir, genera incentivos perversos para comportamientos oportunistas
no tiene sentido que se cumpla porque podrías estar cometiendo actos de
corrupción sin cometer ilegalidades.Institucionalmente nuestro país vive los
peores días de su historia democrática y tal vez los peores de su vida
republicana, hacer leyes no necesariamente sea la solución. Hacerlas cumplir
posiblemente sea un poco más efectivo.
Una
de las leyes claves para entender el tema de la corrupción en cualquier país es
la concerniente a las licitaciones públicas. De los incentivos que esta genere
y su cumplimiento, dependerá en buena parte que las reglas de contrataciones y
negociaciones en el sector público, sean transparentes. Muchas reformas
institucionales en países que quieren atacar el tema de la corrupción pasan por
revisar a profundidad el mecanismo de incentivos que
está
detrás de las licitaciones públicas. Analizar si el actual marco legal en torno
a las licitaciones en Venezuela requiere cambios es un primer e importante paso
de cara al tema de la corrupción. Para hacerlo se debe tener voluntad política,
entre otras cosas, porque cambiar las reglas de juego (en caso de ser
necesario) supondría sacar de su zona de confort a los principales
beneficiarios del actual marco legal.
Revisar los mecanismos de contrataciones públicas es
un primer paso, no el único. Debe quedar claro que este es un tema de
incentivos y por eso se convierte en un problema económico. No se trata de ser
un pan de Dios o de ser mala gente. Lo que no sabemos es si políticamente
existe la voluntad para hacer cambios importantes que permitan generar mejores
resultados en materia de corrupción, todo indica que no la hay. Finalmente, los
políticos también responden a incentivos y los principales afectados podrían
ser ellos.
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