Tragedia Institucional


A propósito de las declaraciones del Ex–Magistrado  Eladio Aponte Aponte, es bueno reflexionar sobre la importancia que tiene para una economía el establecimiento de instituciones de calidad, entendiendo estas como “el conjunto de normas  formales que rigen las interacciones humanas”, tal como Douglas North definiera hace algún tiempo. Escrito en otras palabras, las instituciones son: las reglas de juego.
En la disciplina económica existe un consenso cada vez más amplio sobre la importancia de las instituciones en el desempeño económico. Ya no basta con producir eficientemente y hacer un intento por distribuir la riqueza, también es importante tener instituciones de calidad. En este sentido para que una economía obtenga buenos resultados es importante que exista un nivel de corrupción muy bajo, se respeten los derechos de propiedad y la división de poderes exista. Difícilmente verá usted el caso de un país que vaya por buen camino y su calidad institucional sea baja. Venezuela, lamentablemente es un ejemplo de esto último, en nuestro país no hay reglas de juego claras o visto de otra forma: la única regla es que no hay reglas.
La importancia de tener reglas claras de juego radica en que esto garantiza estabilidad y confianza para atraer inversión, por solo mencionar un ejemplo. Una de las formas en que se expresa la inestabilidad o inexistencia de las reglas de juego en nuestro país es precisamente el poder judicial. Cuando en un país la justicia es selectiva, la igualdad de los ciudadanos ante la ley desaparece y se confirma que el Poder en cualquiera de sus variantes se impone ante el imperio de la ley.
De acuerdo a Eggertsson,  para que un sistema legal funcione, “se requiere también que las autoridades dediquen suficientes recursos económicos para la “producción de legalidad”. En otras palabras, deben proveer la infraestructura y los recursos financieros necesarios para que el sistema legal funcione adecuadamente””. Por supuesto, la “producción de legalidad”, no es solo un problema de recursos, hace falta voluntad política y con esto, incentivos para que se materialice una reforma del Poder Judicial.

Respecto al crecimiento económico, el mismo autor señala “Si el Estado no proporciona un marco institucional que impulse la actividad económica, la pregunta que cabe plantear es si esa reforma ha de ser necesariamente auspiciada por el Estado o si los agentes privados y sus organizaciones podrían, por el contrario, ser capaces de proveer por sí mismos los derechos de propiedad necesarios para promover el crecimiento económico.” Como ven, el tema se complica cuando desde el Estado, a través de los gobiernos, no se auspicia la existencia de instituciones de calidad.

Al margen de si el Ex –Magistrado Aponte Aponte dice la verdad, queda demostrado que las instituciones en nuestro país están en el piso, sufrimos una “recesión institucional”, una tragedia que afecta a todos. Pensar que por estar “conectado” y tener dinero suficiente no te tocará es ingenuo. Una nación en la cual no se respeten las normas y los procedimientos legales es la selva disfrazada de país.

Para los que se dan golpes de pecho y piensan que Aponte Aponte dice mentiras, les invito a reflexionar, no sobre si es verdad o mentira, sino, sobre lo delicado de tener a un Ex – Magistrado huyendo del país por temor a represalias, más allá, si el bandido es él, piensen, como alguien como él pudo llegar a ser Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia. La solución al problema no es ver si el Ex Magistrado dice la verdad, no pasa por ver si él es bueno o malo, pasa por entender la debilidad de nuestras reglas de juego que permiten una tragedia institucional como la que vivimos. No es un tema de personas, ni siquiera de más o menos leyes, se trata de la institución del Poder en nuestro país y de la clase política que nos ha dirigido en los últimos 100 años. Finalmente lo de Aponte Aponte es el reflejo del país que tenemos y así no vamos por buen camino. Los invito a reflexionar.

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