Mi artículo de hoy en el diario Notitarde, a propósito de un reciente artículo de Daron Acemoglu:
Hace pocos días, el economista turco Daron Acemoglu, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) escribió un artículo titulado: "El mundo que nuestros nietos heredarán".Un intento por analizar, lo que podría ser el mundo dentro de cien (100) años. Para ello, pasa revista a lo que considera los hechos más importantes que ayudaron a definir la vida económica, política y social en el último siglo.
De acuerdo al autor, los principales hechos que han marcado la vida en sociedad durante esté período son: la "revolución de los derechos",una forma de expresar que durante el últimos siglo se otorgaron más derechos a la ciudadanía que en cualquier otra época, el avance tecnológico y su difusión, un crecimiento económico sostenido y desigual, la transformación del trabajo y los salarios, mejora en las condiciones de salud a pesar de la desigualdad en la riqueza, las guerras, el surgimiento de procesos políticos violentos y la explosión demográfica, de los recursos y el medio ambiente.
Con base en estos hechos, Acemoglu estudia la relación que existe entre ellos para luego analizar si continuarán vigentes durante el próximo siglo. El argumento central es que el cambio tecnológico es fundamental para el crecimiento económico y que las instituciones políticas moldean este cambio tecnológico. También sostiene que el progreso tecnológico se desarrolla mejor con "instituciones inclusivas", aquellas que ofrecen incentivos para la innovación y la actividad económica en amplios sectores de la sociedad, como la estabilidad de los derechos de propiedad, la igualdad de condiciones y oportunidades y mayor acceso de la población en la actividad económica.
El análisis de Acemoglu sostiene que podríamos ser optimistas en cuanto a la consecución de derechos, esto podría darse de una manera lenta e imperfecta y que la prosperidad actual de lo países no garantiza su mantenimiento y ampliación. Respecto al avance tecnológico y su difusión es optimista, siempre y cuando, las instituciones inclusivas se mantengan y la sociedad siga teniendo la posibilidad de dirigir el cambio tecnológico hacia los sectores, productos y factores que más se beneficien de las mejoras.
Sostiene que el crecimiento económico no se detendrá precisamente por la capacidad para producir innovaciones y el potencial de crecimiento que esto ha permitido en el mundo desarrollado. La desigualdad en el crecimiento económico podría ser menor que en el Siglo XX, principalmente por la existencia de instituciones inclusivas y la globalización de la tecnología que permitirá el aumento de la mano de obra barata y la actividad económica en los países pobres.
La transformación del trabajo y los salarios se mantendrá, los empleos en el sector agrícola serán menos importantes, se expandirán al sector de servicios y esto no generará una mayor desigualdad de los ingresos a nivel mundial. La "revolución de la salud" continuará e incluso en los países más pobres las personas serían más saludables que sus antepasados.
Respecto a las guerras, Acemoglu se muestra optimista, debido a que los conflictos armados han disminuido en los últimos sesenta (60) años y se espera que la "revolución de los derechos" continúe. Sobre los procesos políticos violentos, no es tan claro pero cree que los derechos políticos se conseguirán en los casos que exista violencia política de cualquier tipo.
Por último, cree que la población seguirá creciendo y lo más importante respecto a este punto tiene que ver con el cambio climático y el consumo de combustible. Las emisiones de carbón aumentaron durante el Siglo XX y hasta que no se regulen apropiadamente el problema estará presente. Para finalizar, el autor sostiene que la clave para tener un mundo mejor en los próximos años se encuentra en la profundización y fortalecimiento de la "revolución de los derechos".Mientras más derechos económicos, políticos y sociales se obtengan, mejor. Esperemos que Latinoamérica y nuestro país aprovechen las oportunidades que se avecinan.
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