Mucho se habla de la potencialidad de la economía venezolana, muchos creen que en efecto Venezuela es un país rico, poca gente entiende-gobierno actual aparte- la situación socioeconómica del país durante los últimos treinta y cinco (35) años. Es muy común oír del extranjero que vino al país y quedó impresionado de la cantidad de ranchos y pobreza que este, un país petrolero, exhibe.
La responsabilidad de la situación económica del país no es exclusiva del actual gobierno, mucho ayudaron los anteriores, a que esta se convirtiera en una economía rentista en la que se hacía creer, como todavía ocurre, que este es un país rico. Venezuela pasó de ser una economía con muy buenos resultados y ejemplo en el mundo a lo que es hoy: una economía reprimida y ejemplo de lo que no se debe hacer, en menos de cincuenta (50) años. Podríamos afirmar que es el caso contrario de España que en menos de cuarenta (40) años logró avanzar de manera considerable en términos, económicos, políticos y sociales. Así es esto: algunos avanzan y otros retroceden.
Es indudable que las decisiones económicas en un país dependerán de la visión que se tenga en el gobierno de turno. Así, un gobierno podrá aumentar o disminuir los impuestos, controlar o liberar el tipo de cambio, flexibilizar el mercado laboral, recortar o aumentar subsidios entre muchas otras opciones. Esto quiere decir que cada gobierno tiene su visión sobre el tema económico, influida de manera considerable por los asesores de turno. Eso es así en cualquier parte del mundo. Bueno, aquí podríamos hablar de pseudoaseores porque si juzgamos por los resultados, estos dejan mucho que desear.
El reto económico de nuestro país, independientemente del gobierno de turno, pasa por llegar a acuerdos mínimos sobre cómo debe funcionar nuestra economía, sin eso será muy difícil salir adelante. La “modernización de la economía” debe entenderse como la puesta en marcha de grandes proyectos de infraestructura que atraigan inversión y generen empleo en sectores estratégicos para el país. Nada de esto es posible si no se resuelve el tema institucional, es decir, el cumplimiento de las reglas de juego, esto es vital para que las cosas en nuestro país comiencen a cambiar desde el punto de vista económico, político y social. Insertarse en el contexto internacional no es solo vender petróleo, existen pequeñas naciones que tienen una mayor presencia en la economía global y no forman parte del negocio petrolero mundial.
Posiblemente ningún país en el mundo haya retrocedido tanto en materia económica en los últimos diez (10) años como Venezuela, los números lo indican, revise cualquier reporte internacional y observará que nuestro país obtiene resultados pobres, está “fuera de ranking” como dirían algunos por allí.
La recuperación económica del país es un tema que debe superar la diatriba política, sin embargo, al día de hoy parecería imposible llegar a acuerdos mínimos en materia económica. Mucha expectativa genera la posibilidad de un nuevo gobierno, eso no está mal, sin embargo, me temo que las ideas a implementar en un eventual nuevo gobierno no distan mucho de aquellas implementadas por gobiernos anteriores a 1998, algo que a todas luces, no es una buena noticia, por más que muchos crean que lo es.
Insistir en ideas económicas que llevaron a nuestro país al escenario electoral de 1998 no es algo que deba alegrarnos, al contrario, nos obliga a reflexionar profundamente lo que debemos hacer como país para entrar en la senda de la prosperidad y el desarrollo, algo que, todo el mundo espera y desea independientemente de la posición política que se tenga. Negar eso, es una absoluta y completa estupidez. La economía de nuestro país, necesita de los mejores profesionales en todas las áreas, de universidades con mejor dotación, de una clase política a la altura de las circunstancias y de ideas de avanzada, ya basta de decir que estamos en el siglo XXI pero se piense y se actúe como en el siglo XVIII.
La responsabilidad de la situación económica del país no es exclusiva del actual gobierno, mucho ayudaron los anteriores, a que esta se convirtiera en una economía rentista en la que se hacía creer, como todavía ocurre, que este es un país rico. Venezuela pasó de ser una economía con muy buenos resultados y ejemplo en el mundo a lo que es hoy: una economía reprimida y ejemplo de lo que no se debe hacer, en menos de cincuenta (50) años. Podríamos afirmar que es el caso contrario de España que en menos de cuarenta (40) años logró avanzar de manera considerable en términos, económicos, políticos y sociales. Así es esto: algunos avanzan y otros retroceden.
Es indudable que las decisiones económicas en un país dependerán de la visión que se tenga en el gobierno de turno. Así, un gobierno podrá aumentar o disminuir los impuestos, controlar o liberar el tipo de cambio, flexibilizar el mercado laboral, recortar o aumentar subsidios entre muchas otras opciones. Esto quiere decir que cada gobierno tiene su visión sobre el tema económico, influida de manera considerable por los asesores de turno. Eso es así en cualquier parte del mundo. Bueno, aquí podríamos hablar de pseudoaseores porque si juzgamos por los resultados, estos dejan mucho que desear.
El reto económico de nuestro país, independientemente del gobierno de turno, pasa por llegar a acuerdos mínimos sobre cómo debe funcionar nuestra economía, sin eso será muy difícil salir adelante. La “modernización de la economía” debe entenderse como la puesta en marcha de grandes proyectos de infraestructura que atraigan inversión y generen empleo en sectores estratégicos para el país. Nada de esto es posible si no se resuelve el tema institucional, es decir, el cumplimiento de las reglas de juego, esto es vital para que las cosas en nuestro país comiencen a cambiar desde el punto de vista económico, político y social. Insertarse en el contexto internacional no es solo vender petróleo, existen pequeñas naciones que tienen una mayor presencia en la economía global y no forman parte del negocio petrolero mundial.
Posiblemente ningún país en el mundo haya retrocedido tanto en materia económica en los últimos diez (10) años como Venezuela, los números lo indican, revise cualquier reporte internacional y observará que nuestro país obtiene resultados pobres, está “fuera de ranking” como dirían algunos por allí.
La recuperación económica del país es un tema que debe superar la diatriba política, sin embargo, al día de hoy parecería imposible llegar a acuerdos mínimos en materia económica. Mucha expectativa genera la posibilidad de un nuevo gobierno, eso no está mal, sin embargo, me temo que las ideas a implementar en un eventual nuevo gobierno no distan mucho de aquellas implementadas por gobiernos anteriores a 1998, algo que a todas luces, no es una buena noticia, por más que muchos crean que lo es.
Insistir en ideas económicas que llevaron a nuestro país al escenario electoral de 1998 no es algo que deba alegrarnos, al contrario, nos obliga a reflexionar profundamente lo que debemos hacer como país para entrar en la senda de la prosperidad y el desarrollo, algo que, todo el mundo espera y desea independientemente de la posición política que se tenga. Negar eso, es una absoluta y completa estupidez. La economía de nuestro país, necesita de los mejores profesionales en todas las áreas, de universidades con mejor dotación, de una clase política a la altura de las circunstancias y de ideas de avanzada, ya basta de decir que estamos en el siglo XXI pero se piense y se actúe como en el siglo XVIII.
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