Mi artículo de hoy es una análisis muy sencillo sobre la situación de la delincuencia en el país, basado lamentablemente en una experiencia vivida recientemente:
Aproximadamente en 1866-1867 Fiódor Dostoyevski escribió la que muchos analistas consideran la novela más influyentes de la literatura rusa: Crimen y Castigo. Este mismo título sirvió para que Gary Becker, premio Nobel de economía 1992, publicara en 1968 el artículo seminal de lo que hoy se denomina como “análisis económico del crimen”. El título exacto es “Crimen y castigo: un enfoque económico”.
Aproximadamente en 1866-1867 Fiódor Dostoyevski escribió la que muchos analistas consideran la novela más influyentes de la literatura rusa: Crimen y Castigo. Este mismo título sirvió para que Gary Becker, premio Nobel de economía 1992, publicara en 1968 el artículo seminal de lo que hoy se denomina como “análisis económico del crimen”. El título exacto es “Crimen y castigo: un enfoque económico”.
El argumento básico de Becker es que la criminalidad
es una actividad económica sujeta a análisis costo-beneficio por parte de los
delincuentes, lo que implica que estos sean racionales porque maximizan los
resultados de la actividad criminal. En este sentido, la criminalidad está
asociada a los costos de captura y condena, a la oferta de delitos y a los
posibles castigos, esto quiere decir: el crimen depende de los incentivos que
el sistema legal de determinado país ofrece para que los delincuentes actúen en
consecuencia. Si es muy barato delinquir (fácil) existirán incentivos a
realizar dicha actividad, si por el contrario, es muy costoso (difícil) porque
la probabilidad de captura del delincuente es alta, los incentivos para
realizar dicha actividad son menores.
Desde este punto de vista, la impunidad se explica
fácilmente: si 9 de cada 10 delitos no se resuelven, la señal que se envía a
los delincuentes es: “dale que no viene
carro”. Esto es lo que ocurre actualmente en el país: delinquir es muy
barato porque el principal costo (que te capturen) es prácticamente cero. Las
implicaciones que tiene este sencillo análisis para la formulación de políticas
públicas es muy importante: los delitos deben hacerse más costosos, de lo
contrario no disminuirán.
Los niveles de criminalidad que exhibe Venezuela
permiten pensar que el sistema de justicia no funciona y por lo tanto abarata
los costos de cometer delitos. ¿Cuántas
personas no ha escuchado usted que han sido víctimas de la delincuencia
recientemente? , muchísimas y todo indica que no se está haciendo nada para
resolver ese grave problema que aqueja a todos los venezolanos, sin distingo de
clase. Por supuesto, si tiene guardaespaldas es mucho menos probable que te
ataquen y se han visto casos.
La semana pasada fuimos víctimas de un atraco a las
9 30 am y bastaron 2 minutos para que un pelao de 19 años, aproximadamente, despojara
a 12 personas de todas sus pertenencias mientras desayunábamos para ir a la
playa. Solo quien pasa por tan desagradable episodio sabe lo que se siente y lo
que significa verse sometido por el hampa sin poder hacer absolutamente nada.
Los costos para quienes nos robaron eran
inexistentes: se bajaron de una moto en plena vía pública y en muy poco tiempo
salieron ilesos de la operación. Los beneficios, por el contrario, eran
sustanciales porque poca gente va a la playa sin dinero y sin accesorios
personales.
Lamentablemente, en la actualidad no existe en el
país un sistema de premios y castigos que permita a los delincuentes dedicarse
a otras actividades. Mientras la impunidad sea la norma difícilmente las cosas
cambien en materia criminal. El atraco es el pan nuestro de cada día, debes
conformarte con el consuelo: “gracias a
Dios no paso nada, ha podido ser peor”. Las implicaciones económicas de la
criminalidad desbordada se reflejan en la inversión y el sector turismo es uno de los
más afectados.
Una gestión municipal ó regional que no pueda con el tema de la
delincuencia, está condenada al fracaso: si las probabilidades de ser víctimas
del hampa son altas, ¿Quién va de turista?, ¿Quién invierte su dinero en una
plaza tan insegura?. Altas tasas de criminalidad generan desconfianza en los
inversionistas y consumidores. Si el compromiso que los gobernantes asumen para
atacar el problema no es creíble, difícilmente pueda mejorar la situación y
generarse la confianza necesaria para estos casos. Todo indica que hace falta “voluntad política” pero como este es un
país petrolero, no importa, si nos roban, lo volvemos a comprar “pa´eso hay bastante rial…..”
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