Los
gobiernos venezolanos tienen una larga tradición de otorgamiento de subsidios,
ha sido la mejor forma de relacionarse con el electorado. Uno de los más
importantes ha sido el subsidio a la gasolina que en años de revolución ha
pasado a ser gratuita en términos reales.
El
actual gobierno ha diseñado una política de subsidios que ha permitido a las
clases desfavorecidas beneficiarse a sus anchas, es así como existe Mercal, Mi
Casa Bien Equipada, FarmaPatria, las areperas socialistas y el subsidio a la
vivienda, por mencionar algunos ejemplos. Para la clase media y pudiente
también el gobierno ha generado subsidios importantes como el control cambiario
y las emisiones de bonos, estos mecanismos de acceso a divisa barata terminan
actuando como subsidios, de la misma manera que el precio de la gasolina y la
educación gratuita. La distorsión que este tipo de subsidio genera es que lo
aprovecha el que más tiene, precisamente aquel para el que no fue ideado.
Esta
arquitectura de subsidios ha funcionado porque el precio del petróleo ha sido
alto en los últimos años, de lo contrario sería imposible mantener algo tan
grotesco como es la política de subsidios del actual gobierno. Afirmo que es
grotesco porque el subsidio a la gasolina es de las cosas más desproporcionadas
que puedan existir en nuestro país. Termina siendo un subsidio para las clases
más favorecidas porque finalmente son los que pueden optar a comprar un
vehículo. Es tan increíble lo de la gasolina que lo terminan pagando los
pobres, es decir, los que menos tiene terminan pagándole un subsidio a los que
más tienen y el transporte público en pésimas condiciones al igual que la
infraestructura vial.
Cuando
un subsidio tiene mucho tiempo de haber sido implementado, levantarlo es
complicado porque una vez que lo disfrutas te acostumbras y cuando te quitan el
helado de la boca te molestas. Por eso es que desmontar el control cambiario y
aumentar el precio de la gasolina es algo que debe hacerse con pinzas, en el
entendido, que un eventual gobierno de oposición tendría que tomar esas
acciones.
El
gobierno venezolano importa cualquier cantidad de alimentos para venderlos a
precios bajos y con eso cree que hace la mejor de las políticas públicas. Mejor
sería producir alimentos en el país y que las condiciones permitan a los empresarios
generar empleos bien remunerados para que así la gente no tenga que depender de
un subsidio, en cualquiera de sus variantes.
En la
Venezuela revolucionaria la dependencia del ciudadano con el Estado se hace más
estrecha en la medida que existan más subsidios y “ayudas sociales” como ellos
las denominan. La verdad no me opongo que los gobiernos ayuden a los más
necesitados, eso sería criminal. A lo que me opongo es a utilizar los subsidios
como herramienta de control político, primero porque es miserable y segundo
porque es un mal negocio. El costo de oportunidad de mantener la estructura de
subsidios de la economía venezolana es muy alto. Solo piense en el monto del
subsidio anual a la gasolina, aproximadamente 4% del PIB.
Las
distorsiones generadas por los subsidios en nuestra economía son importantes,
por eso, urge replantear la política de subsidios y enfocarse en los que son
realmente importantes, entiendo que tienen que ser transitorios y no
permanentes como lo ha hecho el actual gobierno. Es importante entender que
detrás de cada subsidio que se implementa existen grandes negocios que
favorecen a grupos de presión que pugnan por hacerse de rentas importantes. El
daño que se le hace a la gente y al país con las grandes distorsiones que
presenta nuestra economía no se ve en este momento, sin embargo, en el largo
plazo se verán las consecuencias. Como reza el dicho “ no les des el pez enséñalos a pescar”, esa podría ser la mejor
manera de explicar cómo desmontar muchos de los subsidios que hoy tenemos.
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