REGLAS FORMALES E INFORMALES DE CONDUCTA



El tema de las instituciones en el desempeño económico ha cobrado vigencia en los últimos 30 años. En términos generales y parafraseando a Douglas North por institución se entiende a toda regla formal de conducta que regula, constriñe o restringe el comportamiento de los individuos, en este sentido desde una ley hasta un semáforo se convierten en instituciones, incluyendo los hábitos, costumbres y tradiciones que los individuos tienen al tomar una decisión.

De toda institución se desprenden incentivos que moldean las decisiones de las personas en sociedad, esto quiere decir, que los individuos responden a incentivos y no a una regla moral de conducta. Esta idea es inaceptable para aquellos creyentes en la ética pública y en hacer las cosas bien porque sencillamente somos mejores hombre y mujeres. Sin duda alguna, los valores éticos tienen mucho que ver en la formación de las decisiones individuales pero realmente no creo que sea la variable más tomada en cuenta por estos al momento de decidir.

Lo planteado anteriormente nos lleva a discutir la importancia en el diseño de normas formales que regulen la actuación de los individuos, es decir, ¿Cuales son los incentivos que genera determinada ley?, ¿por qué la corrupción es mayor en unos países que en otros?, ¿son más buena gente o están mejor criados los noruegos que los venezolanos y por ello el índice de corrupción en ese país es menor?

Estas preguntas no son fáciles de responder pero cada vez me convenzo más que la respuesta no está asociada a las buenas costumbres y a la moral pública. Un ejemplo de esto es el comportamiento de cualquier venezolano cuando sale de su país: respeta los rayados peatonales, no orina en la calle, no bota basura etc etc etc. La importancia de las instituciones formales radica en el hecho que si están mal diseñadas no funcionará absolutamente nada porque estas siempre generarán un incentivo que permite a los ciudadanos actuar de una u otra manera, recuerde el viejo dicho “quien hace la ley, hace la trampa”, aquí lo importante no es eliminar la trampa, sino disminuir la probabilidad de ocurrencia de esta.

Bajo un esquema en el cual las leyes no son respetadas termina generándose un conjunto de normales informales que rigen la voluntad de las personas, lo que la profesora Barragan ha denominado “el poder normativo de las auto excepciones”, esto explica porque la gente se colea y no espera su turno: “como nada más lo hago yo no importa”, el problema es que todo el mundo piensa así hasta llegar a convertirse en algo normal y se convierte en la norma no en la excepción. Aplique este concepto a cualquier situación de la vida diaria y muy probablemente concluirá que en nuestro país se siguen más las normas generadas informalmente que las propias leyes. En la medida que las pequeñas cosas no puedan hacerse es imposible que el país vaya hacia adelante y se genere un verdadero cambio económico, político y social.

1 comentarios:

Angélica G. Rodríguez. Estudiante de Economía. dijo...

Me ha parecido muy cierto este artículo, siempre he pensado que uno de los grandes problemas de Venezuela es la debilidad de las instituciones formales, la fácil violabilidad que presentan y los incentivos que generan en cada uno de nosotros a ser el más "vivo" antes de que otro nos haga la mala jugada primero, este sentimiento se generalizado se ha vuelto costumbre, se ha institucionalizado como tal, me viene a la mente la frase de " lo que bien se aprende nunca se olvida", no quiero pensar que en tan mal camino estamos.
Si las instituciones fuesen realmente sólidas se generarían incentivos a actuar de manera correcta, y quién sabe si hasta pudiesemos arraigar esas reglas como patrones de conductas por decirlo de alguna manera.
No basta con poseer riquezas naturales, minerales, energéticas, sin reglas claras es obvio que existirá oportunismo y menor estímulo a la inversión entre otras tantas variables importantes, no creo que los suecos sean de otro planeta, solo que su conducta fue formada a base de otro tipo de incentivos.