A propósito de las ofertas para la F1:
En el artículo de la semana
pasada escribí sobre el tiempo que ha pasado la economía venezolana sujeta a
controles de cambio, 17 de los últimos 29 años, para ser exactos. El más
duradero ha sido el actual, Cadivi, desde febrero de 2003. Ha sido tan largo que
aprendimos a vivir con él y hasta chistes hay al respecto, mucha gente dice por
allí: “te quiero más que a mi cupo de Cadivi”.
La dinámica del control
cambiario es por naturaleza discrecional porque desde el gobierno deciden si te
darán divisas para determinada actividad ó no, por más que cueste tragarlo, es
así. En esencia es un mecanismo de control político tal como lo han afirmado
varias veces, altos personeros del gobierno. Como mecanismo para evitar la fuga
de capitales no ha funcionado a pesar que mucha gente se ha visto beneficiada.
En los últimos meses se han
tomado dos decisiones desde el punto de vista del control de cambio que han
generado mucha controversia: la lista de las áreas de conocimiento que serán
tomadas en cuenta por Cadivi para otorgar divisas a personas que realicen
estudios en el extranjero y los paquetes para las carreras de Fórmula 1. Solo
un régimen discrecional puede permitir situaciones tan disímiles. Por una parte
existirá gente que tendrá que pagar sus estudios de postgrado con divisas a un
precio mayor al oficial y por otro, mucha gente asistirá a una carrera de F1 ó
a un juego de cualquier disciplina de los Juegos Olímpicos de Londres con
divisas preferenciales.
Los economistas que quieran
hacer un postgrado en el extranjero, deberán pagarlo con dólar libre, pues, en
la lista de “áreas prioritarias”
aparece sólo “economía social”. Esto
quiere decir, por ejemplo, que los economistas de nuestro país no podrán ir a
un centro académico de talla mundial a realizar estudios de grado en su área,
al menos con dólares oficiales.
Ante semejante
desproporción, queda discutir el criterio por el cual asignan las divisas. Si en un país no asignan divisas para estudiar
determinadas áreas pero si para salir de viaje de turismo, queda claro que la
educación no es prioridad, al menos no más que los viajes de turismo deportivo.
El mecanismo, según entiendo, no altera el “cupo Cadivi” de cada persona, peor
aún, termina funcionando como un subsidio típico de los controles cambiarios:
liquidan las divisas al operador turístico, en este caso, Venetur y la gente
paga en Bolívares sin afectar su “cupo Cadivi”. Redondito y sin pasar por GO.
Los cupos se agotaron hace algún tiempo; entenderán que esa “golilla” no la
pueden dejar pasar.
Toda esta situación ha
levantado cualquier tipo de comentarios porque en realidad es una bofetada al
sector empresarial y para todo aquel que quiere seguir su formación
profesional, académica e intelectual en el extranjero. Claro, desde el
Ministerio para el Turismo creen que es una gran opción y una muy buena
oportunidad porque Venetur es la operadora turística del gobierno y se pagan y
se dan el vuelto, como si, los paquetes no se pagaran en divisa extranjera.
Para ellos, es como pagar y darse el vuelto, cosas que a todas luces es un
error.
Por este tipo de decisiones
es que vivimos en el país del “mundo al revés”, las cosas importantes relegadas
y una revolución que termina siendo más banal de lo que muchos piensan. Probablemente,
el beneficiario de los paquetes de Venetur es una persona que critica el
patrocinio de PDVSA a Pastor Maldonado pero está de acuerdo con el precio
actual de la gasolina y está a la espera del próximo bono para “invertir y
protegerse”. Si de prioridades se trata, en la revolución no se andan con
cuentos, saben que la clase media responde a incentivos y se queja poco cuando
los subsidios son para ella. El punto es que tal como están las cosas, el
pragmatismo revolucionario por más que parezca viable, es insostenible.
Lamentablemente el venezolano ha aprendido a vivir con la migaja de Cadivi y
ahora para estudiar en el extranjero tendrá que ingeniárselas: “para todo lo demás, no hay nada, que Cadivi
no autorice”.
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