Este es mi artículo en el diario Notitarde de la semana pasada, disculpen la tardanza:
Para nadie es un secreto que el actual gobierno tiene un fuerte talante centralizador, en efecto, desde el alto gobierno se ha criticado a veces con razón y otras sin juicio al proceso de descentralización que se llevó a cabo en la décadas de los 90 en nuestro país.
La descentralización supone más protagonismo para las regiones y autonomía para la toma de decisiones en el ámbito público, fue así, como surgieron los “liderazgos regionales” y algunos estados del país se convirtieron en ejemplos a seguir. Algunos en materia de educación, otros en infraestructura y algunos en el sector salud. Los avances logrados en estos ámbitos son incuestionables al día de hoy.
En su afán por controlar y hacer cada vez más dependiente al ciudadano del Estado, el actual gobierno ha ido paulatinamente restándole competencias a las regiones. Un ejemplo de esto se ve en el sector salud con los hospitales que transfirieron de las alcaldías y gobernaciones al Ministerio y en infraestructura con el deterioro de las autopistas después que pasaron a manos del Ministerio de turno.
Lo que está ocurriendo en el país en materia de descentralización es lo que pasaba antes de la décadas de los 90: las regiones estaban de manos atadas porque las decisiones “venían de arriba”, es decir, de Caracas, del poder central. Reeditar eso es fracasar aun más, si alguien piensa que los estados no pueden estar peor que antes de 1990 en materia política-administrativa, póngale el ojo a lo que está ocurriendo silenciosamente en el país para que se dé cuenta que se podría llegar a un situación muchísimo peor de la que estábamos en esa época.
Se debe tener claro que la consecuencia inmediata de un modelo centralizador es la pérdida de las libertades individuales y por lo tanto la dependencia casi absoluta del ciudadano frente al Estado. Restarle competencias a las regiones en ámbitos que venían desempeñando es alejar al ciudadano de la toma de decisiones, es desincentivar la protesta porque si un servicio no funciona y tú quieres reclamar, tendrás que ir a Caracas para que te escuchen, si es que en efecto lo hacen.
La nueva geometría del poder y toda la “arquitectura comunal” va dirigida a centralizar y obtener más poder político. Quien crea que el sistema económico comunal funcionará porque las comunidades se organizarán y podrán llevar a cabo sus proyectos de manera autónoma, lamento decirles que ese “modelo” se sustenta en el poder central y por lo tanto las comunas tendrán que esperar que les “bajen los recursos” para poder ejecutar los proyectos.
Desde el punto de vista económico, los intentos de planificación centralizada que realiza el actual gobierno suponen posiblemente el retroceso más grande de país alguno en América latina. Cuando usted observa las experiencias de otras naciones, se da cuenta que lo que se ha hecho es profundizar la descentralización en todos sus ámbitos. Abordar los peligros, costos o debilidades asociados a los procesos de descentralización de la forma en que lo hacen desde el Gobierno Nacional es un error garrafal. El problema no es de las personas, no es un tema de reyes en pequeños feudos, es un asunto de cómo están elaboradas las normas y cómo estas se aplican, es decir, de los incentivos que se generan con el proceso de descentralización.
Desde Miraflores se creen con la capacidad suficiente para generar toda la información necesaria que permitiría tomar decisiones óptimas que generen mejor calidad de vida. Desde Miraflores piensan que los Ministerios son más eficientes que las alcaldías y gobernaciones. El problema de la información es clave: cuando se dirige de manera centralizada difícilmente la información fluye y las decisiones que se toman son “des-informadas” por lo tanto el proceso de la elaboración y ejecución de la política pública se desvirtúa y la consecuencia inmediata es el deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos. Así de simple.
La descentralización supone más protagonismo para las regiones y autonomía para la toma de decisiones en el ámbito público, fue así, como surgieron los “liderazgos regionales” y algunos estados del país se convirtieron en ejemplos a seguir. Algunos en materia de educación, otros en infraestructura y algunos en el sector salud. Los avances logrados en estos ámbitos son incuestionables al día de hoy.
En su afán por controlar y hacer cada vez más dependiente al ciudadano del Estado, el actual gobierno ha ido paulatinamente restándole competencias a las regiones. Un ejemplo de esto se ve en el sector salud con los hospitales que transfirieron de las alcaldías y gobernaciones al Ministerio y en infraestructura con el deterioro de las autopistas después que pasaron a manos del Ministerio de turno.
Lo que está ocurriendo en el país en materia de descentralización es lo que pasaba antes de la décadas de los 90: las regiones estaban de manos atadas porque las decisiones “venían de arriba”, es decir, de Caracas, del poder central. Reeditar eso es fracasar aun más, si alguien piensa que los estados no pueden estar peor que antes de 1990 en materia política-administrativa, póngale el ojo a lo que está ocurriendo silenciosamente en el país para que se dé cuenta que se podría llegar a un situación muchísimo peor de la que estábamos en esa época.
Se debe tener claro que la consecuencia inmediata de un modelo centralizador es la pérdida de las libertades individuales y por lo tanto la dependencia casi absoluta del ciudadano frente al Estado. Restarle competencias a las regiones en ámbitos que venían desempeñando es alejar al ciudadano de la toma de decisiones, es desincentivar la protesta porque si un servicio no funciona y tú quieres reclamar, tendrás que ir a Caracas para que te escuchen, si es que en efecto lo hacen.
La nueva geometría del poder y toda la “arquitectura comunal” va dirigida a centralizar y obtener más poder político. Quien crea que el sistema económico comunal funcionará porque las comunidades se organizarán y podrán llevar a cabo sus proyectos de manera autónoma, lamento decirles que ese “modelo” se sustenta en el poder central y por lo tanto las comunas tendrán que esperar que les “bajen los recursos” para poder ejecutar los proyectos.
Desde el punto de vista económico, los intentos de planificación centralizada que realiza el actual gobierno suponen posiblemente el retroceso más grande de país alguno en América latina. Cuando usted observa las experiencias de otras naciones, se da cuenta que lo que se ha hecho es profundizar la descentralización en todos sus ámbitos. Abordar los peligros, costos o debilidades asociados a los procesos de descentralización de la forma en que lo hacen desde el Gobierno Nacional es un error garrafal. El problema no es de las personas, no es un tema de reyes en pequeños feudos, es un asunto de cómo están elaboradas las normas y cómo estas se aplican, es decir, de los incentivos que se generan con el proceso de descentralización.
Desde Miraflores se creen con la capacidad suficiente para generar toda la información necesaria que permitiría tomar decisiones óptimas que generen mejor calidad de vida. Desde Miraflores piensan que los Ministerios son más eficientes que las alcaldías y gobernaciones. El problema de la información es clave: cuando se dirige de manera centralizada difícilmente la información fluye y las decisiones que se toman son “des-informadas” por lo tanto el proceso de la elaboración y ejecución de la política pública se desvirtúa y la consecuencia inmediata es el deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos. Así de simple.
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