Mi artículo de hoy lunes en el diario Notitarde. El problema institucional es clave para entender lo que pasa en el país,dificilmente saldremos adelante si este aspecto no mejora,es el gran reto de la clase polìtica venezolana:
Para nadie es un secreto que la economía del nuestro país se encuentra en una situación delicada a pesar de todas las reservas probadas de petróleo que se tienen. Por momentos se piensa que cambiando de gobierno el problema se acabará de un día para otro como por arte de magia, entre otras cosas, porque parecería que la única dificultad que hay es la económica.
Dentro de una sociedad y de una economía el elemento institucional se ha convertido en uno de los más importantes y es así como existe un consenso académico al respecto y se llega a la siguiente conclusión: LAS INSTITUCIONES IMPORTAN. Esto quiere decir que sin una “infraestructura institucional” adecuada las economías pueden presentar obstáculos para su sano desenvolvimiento a través del tiempo.
En Venezuela el “déficit institucional” es de vieja data, sería insensato pensar que ese tipo de problemas los inventó el actual gobierno, a decir verdad, eso es estrictamente falso. Lo que podría afirmarse es que en este gobierno la problemática institucional se ha profundizado y un ejemplo de ello se encuentra en los resultados de los diferentes índices internacionales que miden el desempeño institucional de los países. Revise cualquier de ellos: libertad económica, regulaciones para hacer negocios, percepción de la corrupción, derechos de propiedad y se dará cuenta que en los últimos años, Venezuela se encuentra en los últimos lugares en cada uno de ellos, casualidad?, no lo creo.
Sin tapujos se puede afirmar que este gobierno es un triturador de instituciones o que es lo mismo un devastador de reglas de juego, es decir, poco importa lo que establece la norma porque en la Venezuela revolucionaria esta es sustituida por los deseos del líder. Cosa que ya venía pasando antes de 1998 pero que desde hace 12 años ha alcanzado su cenit. La norma es lo que establezca el jefe, menudo criterio para sacar adelante un país.
Esa forma de hacer política y de llevar a la economía es lo que tendría que preocuparnos de cara a un eventual cambio de gobierno en 2012. Es cierto, el problema económico es grave pero la economía nacional tiene capacidad de respuesta y con las medidas acertadas saldrá adelante, se recuperaría y en un tiempo “razonablemente corto” volvería a su lugar.
Con la calidad institucional pasa algo diferente y es que los cambios necesarios para recobrar el respeto a la norma y lo establecido por la ley, tardará más tiempo de lo que se pueda creer. El cambio institucional no ocurre de la noche a la mañana por más “buenas prácticas” que se lleven a cabo. Lamentablemente este es un país donde no se respetan los semáforos ni los rayados peatonales y cuando eso ocurre significa que el problema es más grave de lo que se pueden imaginar. Me cuesta creer que sea más fácil acabar con la pobreza que hacer respetar los semáforos. Con esto quiero decir que al ser incapaces como sociedad de cumplir normas mínimas de convivencia, ¿cómo vamos a estar pensando en salir de la pobreza? El problema de este país es tan grave que las universidades surgen como el bastión moral y democrático ante tanto desastre, imagínense ustedes……..
Resolver la tragedia institucional de este país pasa por diseñar incentivos para que la gente tenga apego a la norma, para que respete lo que establece la ley, para saber que será capturado si en efecto transgrede la norma. Pasa además por hacer de eso un valor o que es lo mismo: que la gente se sienta bien siendo un buen ciudadano. Como entenderán eso no se hace de un día para otro.
Reconstruir el país en términos institucionales es la gran tarea de cualquier gobierno, no importa su tendencia y su partido, eso es una obligación si aspira hacerlo bien. No tengo claro si los políticos toman en serio este tema, pues, al final del cuento siempre se cree que el ingreso petrolero lo arregla todo. Ese primitivismo político es una característica de la clase política de este país, de la vieja y de la nueva, en eso, son idénticas.
Dentro de una sociedad y de una economía el elemento institucional se ha convertido en uno de los más importantes y es así como existe un consenso académico al respecto y se llega a la siguiente conclusión: LAS INSTITUCIONES IMPORTAN. Esto quiere decir que sin una “infraestructura institucional” adecuada las economías pueden presentar obstáculos para su sano desenvolvimiento a través del tiempo.
En Venezuela el “déficit institucional” es de vieja data, sería insensato pensar que ese tipo de problemas los inventó el actual gobierno, a decir verdad, eso es estrictamente falso. Lo que podría afirmarse es que en este gobierno la problemática institucional se ha profundizado y un ejemplo de ello se encuentra en los resultados de los diferentes índices internacionales que miden el desempeño institucional de los países. Revise cualquier de ellos: libertad económica, regulaciones para hacer negocios, percepción de la corrupción, derechos de propiedad y se dará cuenta que en los últimos años, Venezuela se encuentra en los últimos lugares en cada uno de ellos, casualidad?, no lo creo.
Sin tapujos se puede afirmar que este gobierno es un triturador de instituciones o que es lo mismo un devastador de reglas de juego, es decir, poco importa lo que establece la norma porque en la Venezuela revolucionaria esta es sustituida por los deseos del líder. Cosa que ya venía pasando antes de 1998 pero que desde hace 12 años ha alcanzado su cenit. La norma es lo que establezca el jefe, menudo criterio para sacar adelante un país.
Esa forma de hacer política y de llevar a la economía es lo que tendría que preocuparnos de cara a un eventual cambio de gobierno en 2012. Es cierto, el problema económico es grave pero la economía nacional tiene capacidad de respuesta y con las medidas acertadas saldrá adelante, se recuperaría y en un tiempo “razonablemente corto” volvería a su lugar.
Con la calidad institucional pasa algo diferente y es que los cambios necesarios para recobrar el respeto a la norma y lo establecido por la ley, tardará más tiempo de lo que se pueda creer. El cambio institucional no ocurre de la noche a la mañana por más “buenas prácticas” que se lleven a cabo. Lamentablemente este es un país donde no se respetan los semáforos ni los rayados peatonales y cuando eso ocurre significa que el problema es más grave de lo que se pueden imaginar. Me cuesta creer que sea más fácil acabar con la pobreza que hacer respetar los semáforos. Con esto quiero decir que al ser incapaces como sociedad de cumplir normas mínimas de convivencia, ¿cómo vamos a estar pensando en salir de la pobreza? El problema de este país es tan grave que las universidades surgen como el bastión moral y democrático ante tanto desastre, imagínense ustedes……..
Resolver la tragedia institucional de este país pasa por diseñar incentivos para que la gente tenga apego a la norma, para que respete lo que establece la ley, para saber que será capturado si en efecto transgrede la norma. Pasa además por hacer de eso un valor o que es lo mismo: que la gente se sienta bien siendo un buen ciudadano. Como entenderán eso no se hace de un día para otro.
Reconstruir el país en términos institucionales es la gran tarea de cualquier gobierno, no importa su tendencia y su partido, eso es una obligación si aspira hacerlo bien. No tengo claro si los políticos toman en serio este tema, pues, al final del cuento siempre se cree que el ingreso petrolero lo arregla todo. Ese primitivismo político es una característica de la clase política de este país, de la vieja y de la nueva, en eso, son idénticas.
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