Y mientras tanto…


El país vive una situación muy particular desde el punto de vista político, económico y social, negarlo sería una gran tontería. Los días pasan y políticamente se desarrolla una dinámica que no es sana para el país. Desde el punto de vista económico el juego está trancado, el gobierno hace esfuerzos por mejorar las condiciones en el corto plazo pero no parece posible una mejora sustancial sin los cambios que la economía requiere. Lo social se encuentra en una tensa calma que para muchos es inquietante.
La realidad demuestra que desde el último trimestre del año pasado la economía está paralizada. La estructura cambiaria hizo aguas y todavía esperamos por una respuesta del ejecutivo. Lo preocupante en todo esto es que dinamizar la producción no es cuestión de soplar y hacer botellas, por más divisas que se le inyecten a la economía hay sectores que están muy golpeados y restablecer los inventarios para regularizar el abastecimiento de productos es cuesta arriba.
La agenda política se llevó toda la atención de la vida nacional en los últimos dos (2) trimestres y todavía es fecha en que no sabemos lo que viene en materia económica. Se esperan “anuncios importantes” pero todavía no los hacen con claridad, el tiempo corre y la gente sigue pasando las penurias de no conseguir productos de consumo masivo y convertir la compra doméstica en una experiencia realmente desagradable.
Las subastas de divisas con el poco tiempo que tienen ya presentan rezagos importantes y los empresarios hacen lo imposible por llamar la atención del ejecutivo para que los tomen en cuenta y de una vez por todas se establezca una especie de “pacto de no agresión” y se pueda medio echar a andar lo poco que queda del sector industrial nacional.
El gobierno sabe que debe intentar resolver el problema lo antes posible porque la tensión se está acumulando en la calle, la intolerancia se ha impuesto como norma de convivencia y si bien es cierto esto le conviene a determinado sector, queda claro que cuando la gente se moleste de verdad, el país les quedará grande porque no podrán controlar la situación. Es un hecho que al día de hoy los problemas de la gente son los mismos y además son problemas básicos. Lentamente, el país comienza a reencontrarse y a darse cuenta que la situación es dura, compleja y no pinta nada bien.
La dinámica actual es perversa porque saca lo peor que el venezolano tiene por dentro y simultáneamente le da una bofetada porque quieran o no, el país es una mamadera de gallo, un relajo, un sancocho de día domingo a la orilla de la carretera. Así como estamos, esto no es un país, es una hacienda, una rumba gigantesca, un sarao caribeño, ¿pero una nación?, no lo creo.
La dinámica actual es la de la selva, la de la sobrevivencia y con ello surge una forma de detentar el poder que a muchos les gusta y otros detestan. Mientras tanto, dos (2) países se desconocen y niegan la posibilidad de encontrarse para poder tener un futuro mejor. No hay posibilidad alguna de salir adelante sin dialogo y reconocimiento del otro, tanto en lo político, lo económico y lo social. De nada servirá inundar (en la medida que sea posible) el mercado de divisas si en lo político no nos reconocemos y en lo social seguimos con los complejos que nos fracturan como sociedad.
El país lleva siete (7) meses paralizado y mientras tanto, los políticos siguen en lo suyo: controlando el poder, los empresarios también intentan ver como se benefician de divisas baratas y la gente buscándose la vida porque definitivamente el desabastecimiento nos agobia. Lamentablemente no hay agenda común que permite con el mismo principio atacar los tres (3) problemas: el político, el económico y el social. Todos tiene puntos en común pero los responsables se empeñan en tratarlos de manera diferente. No hay un proyecto de país sino una visión para permanecer en el poder y mientras tanto, el país se cae a pedazos. Esperemos que no sea tarde cuando despierten y dejen de verse el ombligo.

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